CARTA DIRIGIDA A VARIOS RESPONSABLES DEL
HOSPITAL COSTA DEL SOL EN MARBELLA
18 de septiembre de 2013
Estimado
señor:
No puedo dejar pasar más tiempo sin hacerle llegar mí
más sincera y profunda felicitación.
Dentro de poco, más de un mes, se van a cumplir dos
años que soy paciente habitual del Hospital de Día del Hospital Costa del Sol.
Ese es el tiempo que hace que se me diagnosticó un
cáncer de mama con metástasis ósea. Estuve cinco días ingresada realizándome
toda serie de pruebas para poder tener la información suficiente, con el fin de
realizar el diagnóstico de manera segura. Fueron cinco días donde disfruté de
un trato profesional y humano extraordinario por parte del médico que me
atendió desde mi entrada en urgencias, hasta mi alta cinco días después, y del
que no puedo dejar de decir que es el profesional de la medicina con mayor
rigor, curiosidad científica, profesionalidad, dedicación, empatía y calidad
humana que he conocido, el Dr. García Alegría.
Durante esos días pasé por las manos de muchos profesionales
del Hospital (urgencias, ecografía, radiografía, mamografía, reconocimiento
ginecológico, punción en mama y en cadera...). Todo aquel profesional, ya sea
médico, enfermera, auxiliar o celador, tuvieron un trato magnífico conmigo.
Transmitiéndome tranquilidad en cada una de las pruebas a las que me iba
enfrentando, mostrando interés real en cómo me encontraba, preguntándome en
cada momento si necesitaba algo, y recibiendo de todos ellos una sonrisa, un
gesto o unas palabras de ánimo, acompañadas de unas explicaciones profesionales
y claras para poder dar respuesta a las infinitas preguntas que yo iba
planteándoles en cada una de las situaciones a las que me iba enfrentando.
Acudo al Hospital de Día desde hace casi dos años. Y
aunque nunca lo he hecho, creo que es injusto no hacerle llegar el
reconocimiento al personal que allí trabaja.
Soy
paciente del Dr. Pérez. Creo que es un profesional entregado, cultivado, y de
gran valía. Abierto al dialogo, disponible para solucionar dificultades y
aclarar dudas. Muestra un gran interés en la búsqueda de la implementación de
los tratamientos, buscando el más adecuado para cada paciente y ocasión.
He tenido el gusto de ser atendida por el Dr. Rueda en
un par de ocasiones. Me ha transmitido calma, seguridad, calidez, grandes
conocimientos, no solo profesionales, si no de mi propia historia clínica, lo
cual te hace llegar una gran tranquilidad sobre el profesional que te atiende,
y más en una atención puntual.
Cada día que acudo a tratamiento, tengo la gran suerte
de ser atendida por ese grupo de auxiliares fabulosas que son Manuela, Sonia,
Noemí, Carol y Sole. A las que no se les escapa ni un detalle, desde pedirte la
comida, tramitarte las citas, etc.… y todo con una sonrisa, con agilidad, y
buen humor; ni un solo día se les olvida preguntarte cómo estás. Por ellas debo
hacerle llegar mi enhorabuena.
El equipo de farmacia, compuesto por Marga, Javi, y
sus compañeros, tanto los de “campana” como aquellos que atienden cuando no
está Marga ni Javi. Aquellos que están “de cara al público” son la amabilidad
hecha persona. Tienen como objetivo, que no es poco, atender a todos los que
pasamos por allí. Te explican con precisión, con cariño, y total dedicación,
como si cada paciente fuese el único que atiende ese servicio; sin la premura
de una cola de espera en la puerta; con el interés de haberse explicado con
claridad y que el paciente lo haya entendido, y con la disponibilidad de poder
acudir a ellos en cualquier momento, con cualquier tipo de duda, incluso llegando
a atender a los pacientes por teléfono. El resto del equipo que trabaja
realizando cada uno de los tratamientos que los pacientes vamos a recibir son
grandes trabajadores, que realizan su tarea sin descanso, y bajo la presión de
todos aquellos pacientes que saben que lo único que quieren es comenzar su
tratamiento lo antes posible para marcharse a casa cuanto antes. Felicidades
por este gran equipo.
Por ultimo, pero no por ello menos importante, muy al
contrario, están las enfermeras. Ellas son el alma y la guía del Hospital de
Día. Toñi, Conchi, Curri, Mª José, Silvia o Irene (sin olvidarme de los meses
que estuvo Margot cubriendo vacaciones). Son extraordinarias profesionales.
Viven la enfermería en el más amplio sentido de la profesión; se entregan sin
descanso. Se entregan en cada uno de los pacientes que pasamos por allí cada
día. NO somos un número de historia o un apodo, no somos “el de la camisa de
rayas”, ni “la del bolso verde”….nos llaman por nuestros nombres: Rosa, María,
Juan, Pepe, Fátima, Inma…
No sólo te preguntan cómo has pasado los días que
transcurren desde el último tratamiento para rellenar tu historial, lo hacen
para saber como vas viviendo tu enfermedad, lo hacen de manera sincera, y con
su conversación consiguen otro objetivo que es bajar el nivel de nerviosismo de
algunos pacientes.
Todas las enfermeras son diligentes, amables,
entregadas, serviciales, rápidas, incansables. Derrochan comprensión ante
familiares y pacientes por vivir una situación de dificultad a la hora de
enfrentarnos al cáncer que tengamos o la enfermedad que nos hace acudir al
Hospital de Día. Procuran con cariño y exquisita educación, que los familiares
se queden en las sala de espera; aunque no siempre los consiguen, pero no por
ellas si no por los familiares que en muchas ocasiones desoyen las indicaciones
de las enfermeras y auxiliares al respecto.
El gran equipo de enfermería muestra una
disponibilidad absoluta, llegando incluso a atender al teléfono las dudas que
los pacientes o familiares planteamos.
En estos casi dos años, que acudo con gran
regularidad, no he escuchado a ninguna de ellas quejarse del volumen de
trabajo, ni siquiera de sus condiciones personales de trabajo. Muy al
contrario, las he escuchado comentar que desearían poder atendernos mejor. Que les
gustaría poder ser mas rápidas para que tuviésemos que esperar menos, que
hubiese un espacio físico mayor para que los familiares esperasen a gusto, y
que a los pacientes no nos tuviesen que “hacinar” mientras estamos recibiendo
el tratamiento (y son ellas las que tienen que ir sorteando las ruedas de los
goteros para poder acceder a cualquier paciente, pues casi no hay sitio ni para
los pies)…y ya no hablamos de la franja horaria de la comida… Es el peor
momento de la jornada: poniendo y quitando vías por inicio o finalización del
tratamiento, esquivar ya no solo las ruedas de los goteros, ahora también las
mesas con los almuerzos de los pacientes… acudiendo a la llamada del sonido de
las alarmas de los goteros que necesitan cambiar de una medicina acabada a la
siguiente…; es en estos momentos, debido a los movimientos de las manos para
comer, cuando se trasvasan las vías…por no mencionar cuando a estas situaciones
hay que añadirle alguna reacción ante la medicación de algún paciente, donde se
le atiende con gran rapidez, incluso bajo los comentarios poco adecuados de
algunos pacientes… Y estoy segura que a lo largo de la jornada laboral ocurren
multitud de situaciones que entrañan una dificultad añadida a sus competencias
laborales y que todo el personal que allí trabaja asume y resuelve con la gran
profesionalidad que les caracteriza.
Enhorabuena por ese equipo de profesionales; es un
lujo poder ser atendida por ellas.
Me gustaría destacar también la rapidez con la que
acuden el resto de especialistas a los que se les solicita una consulta
interna. Su amabilidad y eficacia. Al igual que creo que es digno destacar la
agilidad en las citas para las pruebas complementarias que periódicamente se
necesitan para las revisiones de los diferentes pacientes.
No seré yo quien descubra que el personal que trabaja
en esta área, en oncología, son personas hechas de una pasta especial, con unas
características comunes diferenciadas de otros profesionales; sensibles a las
necesidades de los pacientes y familiares, son agentes transmisores de
tranquilidad ante la vulnerabilidad de todos los que pasamos por sus manos; son
generadores de esperanza y fuerza para poder afrontar la enfermedad.
El Hospital Costa del Sol cuenta con una gran cantidad
de trabajadores, donde aún habiendo de todo, creo que puede presumir de tener
una plantilla fabulosa, y además puede distinguirse por tener la gran suerte de
reunir en su Hospital de Día a un elenco profesional de primera categoría, que
son capaces de adaptarse a unas condiciones laborales que rozan lo humanamente
insostenible. Atiende a una media de unos 60 ó 70 pacientes al día, con las
particularidades que cada paciente encierra, con el añadido de las
peculiaridades de los familiares que acompañan a estos pacientes. En un espacio
físico limitado, con unos recursos humanos limitados, y otra lista de
circunstancias internas, que como buenos profesionales, no dejan traslucir a
los que allí acudimos, pero que estoy segura que dificultan su labor, y el
personal es capaz de superar en la búsqueda incansable de proporcionar un
servicio de calidad.
Desde este escrito no puedo dejar de dar la
enhorabuena por el servicio de excelencia que los profesionales que trabajan en
el Hospital de Día ofrecen, desde la plena convicción que está generado por la
vivencia plena de su vocación; pero eso no es justificante para que desde
fuera, como paciente y en algunas ocasiones como acompañante, observe el ritmo
frenético de trabajo que allí se desarrolla, y con unos medios humanos y
físicos muy limitados. Bajo mi humilde opinión, esta situación se mantiene en
el tiempo por la absoluta convicción de parte de la gerencia o dirección, de
que el trabajo saldrá adelante, pues la base de ello es la profesionalidad de
los trabajadores que allí lo desempeñan con gran dignidad y bajos recursos.
Como paciente me veo en la obligación y con el derecho
de pedir la mejora de las condiciones de trabajo de estos profesionales, porque
así repercutirá de manera directa en la mejora de mi propia situación. Creo que
el espacio es excesivamente pequeño para el volumen de personas que pasamos por
esas instalaciones cada día; estoy absolutamente segura que tanto los médicos,
como las enfermeras, auxiliares y personal de farmacia, necesitan de más
personal, no por su incapacidad de sacar el trabajo, si no por la necesidad de
no trabajar día a día desbordados.
Desconozco el número total de pacientes que allí se
atienden, esos datos no me corresponde a mi manejarlos, y como paciente de este
servicio no puedo dejar de hacerle llegar mi más enérgica enhorabuena por el
personal que trabaja en el Hospital de Día del Hospital Costa del Sol, y con la
osadía que da la ignorancia, esta felicitación debe ir ineludiblemente
acompañada de mi, también, más enérgica protesta por las condiciones en las que
este personal se ve obligado a desarrollar su trabajo.
Esperando que se tomen las medidas necesarias para la
mejora de lo anteriormente expuesto y que a su vez se congratule del personal
sanitario, me despido atentamente.
Reciba mi más cordial saludo.
Rocío
Alfaro Calvo.
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